El castillo de la carta cifrada
Javier Tomeo
Javier Tomeo
Anagrama, 1989
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Javier Tomeo |
El castillo de la carta cifrada supone una de sus obras más conocidas, tal vez por la potencia que el texto consigue transmitir en poco más de cien páginas, además de por su curiosa estructura y contenido. La novela es, esencialmente, un largo y descabellado monólogo del Marqués dirigido a Bautista, su sirviente de confianza.
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Stanislo Lepri, La torre |
"Las modas pasan, amigo mío, pero lo fundamental permanece, y me parece recordar, mire usted por dónde, que ése es el tema que planteo en la segunda mitad de mi carta. ¿Son fundamentales las ranas, querido conde? Supongamos ahora que, a pesar de mis precauciones, don Demetrio consigue descifrar las siete palabras que componen esa pregunta. Siete palabras microscópicas y escritas sin solución de continuidad, no lo olvide, con el aditamento de los palitos de las enes y las emes, es decir, supongamos que el Sr. conde consigue leer: ¿Son fundamentaleslasramasqueridoconde?, todo junto con un palo de más. Ah, es para mondarse de risa. El palito de más de la ene de ranas, como puede ver, cambia completamente el sentido de la pregunta. ¡Pardiez!, exclamará don Demetrio, enarcando las cejas ¿Qué es lo que me pregunta aquí ese marqués sibilino y conspirador al que creía muerto hace años?¿Regresa de la tumba para atormentarme con una cuestión tan baladí como la de saber si las ramas son fundamentales, o no?"
El libro está formado, en esencia, por los consejos y disgresiones que el Marqués dedica a Bautista en su misión de entregar la carta. Durante su parlamento, el Marqués previene al sirviente de las más diversas y excéntricas reacciones que el Conde de X puede tener ante tan ofensiva carta. De Bautista no leemos ni una sola palabra, apenas conocemos sus reacciones por las interlocuciones de su señor.
El tono jocoso de la narración no esconde la tristeza endémica del discurso del Marqués, característica troncal, por otro lado, de Tomeo. Por este recurso del absurdo y del sentido del humor, El castillo de la carta cifrada es un buen exponente de la obra del autor, pero no solo por ello. En las presentes páginas encontramos referencias a multitud de animales, símbolos y figuras recurrentes en la trayectoria del autor aragonés.
Se trata, en conclusión, de una obra que reflexiona acerca de la imposibilidad de comunicarse, de cómo a menudo transmitimos mensajes crípticos, de imposible decodificación, tan solo para ahorrarnos el bochornoso hallazgo que el Marqués ya intuye: que lo más natural, lo más humano, es encontrar el silencio por respuesta.
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